La semana pasada nos encontramos con dos amigas de toda la vida. Una de ellas está pasando un momento terriblemente duro por la salud de un ser muy querido. Lloramos las tres juntas un larguísimo rato. Y mágicamente ese momento de llanto compartido se convirtió en un momento de risas, música y baile.
Y nada es casualidad …
Días después encontré este hermoso texto de Carmen Sara Fiorano:
– Deja que se vayan Lucía – dijo la abuela desde algún lugar.
– ¿Quiénes?
– ¡Las lágrimas! A veces parece que son tantas que sientes que te vas a ahogar en ellas, pero no es así.
– ¿Crees que un día dejarán de salir?
– ¡Claro! – respondió la abuela con una sonrisa dulce – las lágrimas no se quedan demasiado tiempo, cumplen con su trabajo y luego siguen su camino.
– ¿Y qué trabajo cumplen?
– ¡Son agua, Lucía! Limpian, aclaran …Como la lluvia. Todo se ve distinto después de la lluvia.
Este hermosísimo texto me hizo tomar conciencia del poder de las lágrimas … nos ayudan a limpiar el alma … Y ahí me di cuenta que después de la muerte de mi mamá, durante muchísimo tiempo, cada vez que salía a correr, cerraba la salida escuchando una canción que cantábamos juntas cuando yo era chica (“la sonrisa de mamá” de Palito Ortega) … Lloraba un largo rato, me limpiaba el alma y recuperaba la alegría del día.
¡Nada es casualidad!
¡Lindo martes!
Abrazo
Andrea