Coaching para abogadas y abogados

Mi tesis final en la Maestría de Coaching y Cambio Organizacional (USAL) versó sobre la «Aplicación del Coaching Organizacional en el Poder Judicial». Durante todo el año 2012 trabajé en un juzgado penal junto al juez y su equipo, aplicando estas nuevas herramientas para lograr la mayor efectividad en el cumplimiento de los objetivos de la oficina. La experiencia fue tan enriquecedora que desde entonces trabajo en la aplicación del Coaching a la tarea jurídica, tanto en el ámbito privado como en el Poder Judicial. Dicto programas y cursos sobre distintas temáticas de Coaching y su aplicación en el trabajo del abogado en el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal y en la Escuela Judicial de la Nación. Asesoro y capacito a los profesionales del derecho en los aspectos comunicacionales requeridos por la oralidad y la nueva institución del Juicio por Jurados.

 

¿Por qué Coaching para la Abogacía?

El mundo está cambiando a pasos agigantados, a tal punto, que los especialistas lo califican como mundo VICA: Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo.

También las personas estamos cambiando: las nuevas generaciones vienen con un chip diferente al de las generaciones anteriores.

En el mundo jurídico, la tecnología, la inmediatez y la oralidad están generando la necesidad de adquirir nuevas competencias.

En este contexto se hace necesario re-pensar nuestra profesión y la forma de ejercerla. Y en este sentido es donde el Coaching puede constituirse en un gran aliado de los abogadxs.

¿Qué puede aportar el Coaching a la actividad jurídica?

Es indudable que para ser un buen abogado es necesario conocer las leyes y los procedimientos. Pero hoy, contar con competencias “técnicas” o “duras” ya no es suficiente. Hoy, mas que nunca, es imprescindible contar, además, con las llamadas “habilidades blandas”, que son aquellas que nos permiten conectar, interactuar y generar resultados junto a otros en forma armónica, colaborativa y asertiva.  Y ese es el foco del Coaching: el desarrollo de las “habilidades blandas” brindando herramientas para mejorar la calidad de vida, las relaciones y los resultados alcanzados.

El mundo tradicional del trabajo ha privilegiado la mente sobre las emociones. Hoy las neurociencias han puesto en manifiesto la importancia de las emociones en la vida profesional. Esto no significa que deban obviarse la formación académica y técnica, sino que debe coexistir ese conocimiento con lo “blando” como condición indispensable.

Una investigación de la Universidad de Harvard indica que el 85 % del éxito en el desempeño de un profesional se debe al buen desarrollo de sus “habilidades blandas”.

Daniel Goleman, autor de la Obra “Inteligencia Emocional”, señala que el Coeficiente emocional representa el 80% del éxito personal y profesional de cualquier persona, frente al 20% que supone el cociente intelectual.

A pesar de estos datos todavía las facultades de Derecho se focalizan en la enseñanza de las competencias “técnicas” o “duras”, sin considerar la enseñanza de las “habilidades blandas”.

Según estudios de la red profesional Linkedin, la Abogacía se encuentra entre los sectores profesionales donde las habilidades blandas son menos comunes entre los profesionales. El objetivo de aplicar el Coaching a la actividad jurídica es cubrir esta brecha, brindando una capacitación específica en habilidades blandas para el ejercicio de la abogacía.