La vida tiene sentido cuando generamos sentido en la vida de otros ….
Como la maestra del relato que nos regala Marcela Alluz en su libro “Brasas. Relatos de vidas desabrigadas” que iluminó una vida …
Lo transcribo porque me emocionó hasta el alma.
Aprendamos a mirar.
Por todas las Maias …
Y por nosotrxs ….
Andrea
«La Cuello no se reía, no saltaba a la cuerda, no llevaba merienda ni siquiera se peinaba. Mi mamá no me deja, le decíamos cuando nos pedía prestadas las fibras de brillitos. Tu casa queda muy lejos, repetíamos cuando no le dábamos la invitación para un cumpleaños. Sabíamos todo de ella. Qué se subía las medias cuando pasaba al frente, que apretaba fuerte el lápiz, que no usaba colores, que guardaba los útiles en una bolsa de súper. Todo sabíamos. Todo. Menos que su madre se había ido cuando tenía dos años, que su tío le subía la falda algunas tardes cuando quedaban en su casa, que tenía un padre que tomaba mucho y que la foto que guardaba en su carterita era la del hermano muerto en un asalto. Ella levantaba un hombro, así, diciendo qué me importa cuando no la elegíamos para hacer grupo y la maestra nos obligaba a incorporarla en alguno. La misma maestra que una vez preguntó quién sabía bailar y la Cuello brilló como una hoguera en el festival de fin de año. La misma maestra que le regalaba crayones y le ponía Excelente a sus pruebas de lápiz apretado fuerte. Yo era parecida a vos, le dijo un día la seño y le pasó la mano por el pelo. Yo era parecida a vos, le dijo y le abrió los sueños para creer que ella también, ella también un día podía ser como la seño.»