Una mujer manejaba por un camino de cornisa junto a su hija. De repente, por la mano contraria, apareció otro auto conducido por un hombre que, al pasar a su lado, le grita: “¡Vacas!”
La mujer se enojó tremendamente y empezó a insultarlo y a gritarle que es de mala persona meterse con el cuerpo ajeno. En su cabeza pensaba ¡Hay que ser cretino para decirnos vacas!
Volvió a mirar al frente y se encontró con una curva cerrada, al final de la cual había un camino lleno de vacas.
Pero ya era demasiado tarde…
¡Cada persona es un mundo!
Cada uno de nosotros interpreta la realidad desde quien somos …
El hombre quiso cuidarla.
La señora entendió que la atacaba.
Quizás sería sabio tomar conciencia:
- ¿Desde dónde escucho lo que escucho?
- ¿Cuánto hay mío en lo que escucho de los demás?
¡Lindo martes!
Abrazo
Andrea