“Puede fallar hermano” es una de mis frases de cabecera cuando encaro algo desafiante que me genera adrenalina (y miedo a que salga mal). Es mi mantra protector desde el humor.
La posibilidad de que las cosas no salgan como las planeamos o que nos equivoquemos existe ☹. El tema es cómo estamos conviviendo nosotros con esas posibilidades.
- ¿Qué hacemos frente a situaciones que pueden fallar? ¿Nos animamos a encararlas o nos vamos al maso?
- ¿Qué nos pasa cuando las cosas no salen como queremos? ¿Nos frustramos o lo vivimos como una instancia de aprendizaje?
En una pregunta: ¿Qué tolerancia tenemos a la frustración que nos provoca el error?
La frustración es un sentimiento normal cuando las cosas no salen como queremos, pero si no la gestionamos adecuadamente nos va a alejar de proyectos y actividades que nos permitan crecer.
El primer paso es tomar conciencia de cómo estamos siendo nosotros frente a la frustración que nos produce el error y que las cosas no salgan como queremos. ¿Nos está permitiendo encarar proyectos nuevos y desafiantes? o ¿Nos está limitando?
Te dejo un test para generar un espacio de reflexión y mirarte. Espero te sirva. Abrazo.
¡Lindo Martes!