Hay una fábula que cuenta que un día una rana saltó en una olla con agua fría. Poco a poco el agua se fue calentando y se convirtió de fría a templada. La rana se fue adaptando a la temperatura. Nadaba plácidamente en ella.
Cuando el agua llegó al punto de ebullición, la rana intentó saltar de la olla y no pudo. No pudo porque estaba demasiado débil y cansada debido a los esfuerzos que había realizado para adaptarse a la temperatura.
Algunos dirán que lo que mató a la rana fue el agua hirviendo … Pero en realidad lo que la mató fue su incapacidad para decidir cuándo saltar.
Un lindo desafío que nos enseñó la rana: dejar de adaptarnos a situaciones y personas que no son para nosotros … Si no saltamos a tiempo corremos el riesgo de morir por dentro. Nada más gris que quedarnos en lugares que no son para nosotros … Perdemos nuestra luz y cada día se convierte en una oscura eternidad.
Una linda pregunta para hacernos: ¿Estoy nadando en la olla equivocada?
¡Lindo martes!
Un abrazo
Andrea