Con una palabra, una mirada, una sonrisa podemos cambiarle el día a otra persona.
Mirar a otro, reconocerlo, regalarle una palabra amable o una sonrisa, quizás produzca en el otro un impacto que ni siquiera imaginamos.
Hace unos días mi querida Sole me regaló la frase que hoy comparto. Mas allá del mimo del regalo, llegó en el momento justo. Se cumplía el primer aniversario del fallecimiento de mi mamá. Y a la tristeza del momento le agregó alegría y paz. Me hizo sentir que, si bien mi mamá ya no está más físicamente conmigo, está adentro mío, en mi corazón. Nada es casualidad y días antes mi querida Ceci me había regalado jazmines, las flores preferidas de mi mamá.
Todos nosotros en algún momento no vamos a estar más físicamente. ¿Seguiremos estando en el corazón de otros?
¡Gracias Sole! ¡Gracias Ceci! Sus regalos me cambiaron el día.
¡Lindo martes!