¿Qué valor puede aportar el coaching al trabajo de las abogadas y abogados?

A esta altura creo que estamos todos de acuerdo en que este mundo en el que vivimos está cambiando a pasos agigantados. De hecho, ya hace mucho tiempo que se lo califica como MUNDO VICA: Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo.

Ver los cambios y animarse a cambiar es uno de los grandes desafíos que nos impone esta época. Abandonar lo conocido suele ser desafiante para la mayoría de las personas.  Y quizás para nosotros, como profesionales del derecho, nos sea aún más complicado que para el resto. Nuestro trabajo está estructurado en base a normas, procesos, códigos, formas, jerarquías. Todavía nos referimos a los magistrados como “Vuestra Señoría” … “Dios salve a V.S.” sigue siendo parte de la normalidad judicial.

En la facultad nos enseñan las leyes y a resolver casos. Nos forman en las competencias técnicas que necesitamos para ejercer la profesión.

Pero todavía no hay materias que nos formen en las llamadas habilidades blandas, que son aquellas que nos permiten comunicarnos y relacionarnos con nosotros y con los otros en base a la confianza.

En resumen, el coaching nos da herramientas para incorporar las llamadas “habilidades blandas”, indispensables en el mundo de hoy para surfear los cambios con naturalidad y flexibilidad y para trabajar en equipo en base a la horizontalidad y la agilidad.  

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