Para ejercer la profesión son necesarias dos tipos de habilidades:
Habilidades técnicas: Implican el conocimiento de las leyes, los códigos y los procedimientos. Las aprendemos en la facultad.
Habilidades blandas: Nos permiten conectar, interactuar y generar resultados junto a otros en forma armónica y colaborativa. Presentan dos desafíos importantes:
- ¡No nos las enseñan en la facultad!
- Implican mucho trabajo personal: conocernos a nosotros mismos, reconocer nuestras emociones y gestionarlas.
Hasta hace poco tiempo, el mundo tradicional del trabajo privilegió la mente por sobre las emociones. Hoy las neurociencias pusieron en manifiesto la importancia de la capacidad de comunicación y de gestión de las emociones en la vida profesional. Esto no significa que no sea importante la formación académica y técnica, sino que debe coexistir ese conocimiento “duro” con lo “blando” como condición indispensable para el éxito profesional.
Una investigación de la Universidad de Harvard indica que el 85 % del éxito en el desempeño de un profesional se debe al buen desarrollo de sus “habilidades blandas”.
En el mismo sentido, Daniel Goleman, autor de la Obra “Inteligencia Emocional”, señala que el Coeficiente emocional representa el 80% del éxito personal y profesional, frente al 20% que supone el cociente intelectual.
Resumiendo: En un mundo signado por el cambio y la complejidad la capacidad de comunicarnos y colaborar con otros creando confianza son esenciales para la vida personal y profesional.
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